Documento redactado el 11.01.42 por el Oberleutnant Veiel donde informa a la 2. Pz.Div. sobre las operaciones de su compañía acorazada contra una pequeña localidad rusa y donde critica
con dureza la actuación de la compañía de infantería que le había sido subordinada.
Nota:
La 2./Pz.Rgt.3 había sido subordinada al Gen.Kdo. VI.A.K. en el sector de Rshew, donde en documentos oficiales era denominada como Panzer-Kompanie Veiel, en ocasiones Panzer-Einsatzkompanie
Veiel. No he logrado averiguar quién era exactamente su comandante, el Oberleutnant Veiel. Debido a su muy poco habitual apellido, podría tratarse del hijo del Generalleutnant
y más tarde General der Panzertruppen Rudolf Veiel, quien en estas fechas era el comandante de la 2.Pz.Div.
11.01.1942
Oberleutnant Veiel
Dirigido a:
2. Panzer-Division
Copias a:
VI. A.K., Ar.Kdo.122
Informe
El 10.01.42 se me encargó la misión de con mis todavía 5 carros de combate operativos y la 1./Inf.Rgt.39 avanzar sobre las localidades Burgowo y Shukowo. Se había constatado en ellas fuerte presencia enemiga. Para evitar que en el futuro el enemigo pudiera consolidarse en ambas localidades estas debían ser destruidas ó bien incendiadas por la infantería. Asumí el mando de esta operación. La carretera hacia Burgowo, como el resto de carreteras en la zona enemiga, estaba fuertemente cubierta por nieve (altura de la nieve 60 cm).
Tras alcanzar la colina 203, que domina ambas localidades y todo el terreno colindante, abrimos el fuego sobre Shukowo. El enemigo huyo hacia Burgowo. Debido al lento y extraordinariamente vacilante avance de nuestra infantería, mi ataque sobre Burgowo sufrió un fuerte retraso (2 horas). A pesar del débil fuego enemigo la infantería unicamente avanzaba protegida detrás de los carros de combate y cuando perdía la conexión con los carros de combate se quedaba tendida en el suelo. Al tener que avanzar tan lentamente sobre terreno abierto uno de mis carros de combate fué alcanzado en el sistema de rodadura por un impacto de 7,62 cm y causó baja. Más adelante pudo retroceder a primera línea por fuerza própia.
Al llegar a Burgowo hablé por primera vez con el jefe de la compañía de infantería y le pregunté por qué su caótico grupo se había detenido al alcanzar la primera casa de la localidad, a pesar de que el enemigo, excepto un cañón de 7,62 cm que disparaba constantemente contra mis carros de combate, ya había abandonado Burgowo. El Leutnant me explicó que había asumido el mando de esta fresca compañía hacía dos días y que estaba afónico de tanto gritar a sus hombres, que eran muy tozudos y unicamente obedecían las ordenes con vacilación. Tras entrar en la localidad con los carros de combate, tuve que ordenar en repetidas ocasiones a la infantería que nos seguía muy lentamente incendiar las casas. Como la infantería no era capaz de anular al cañón de 7,62 cm que disparaba contra nosotros, a pesar de que no disponía de apoyo de su infantería, decidí aprovechar el humo de las casas incendiadas para aproximarme hasta cien metros de él y con un disparo dejarlo fuera de combate. De este modo pude capturar el cañón de 7,62 cm. Requerí de nuevo al Leutnant y le ordené que sus hombres engancharan el cañón a uno de los carros de combate y tras haber incendiado todas las casas se retirasen con nosotros montados sobre los carros de combate. Entretanto los rusos habían iniciado un contraataque. Cuando la infantería vió atacar a los rusos, el Leutnant y algunos de sus hombres saltaron rapidamente sobre el último carro de combate que ya había dado media vuelta. Este carro de combate, que sufría una avería en la caja de cambios y unicamente podía circular en la tercera marcha, había recibido ordenes mías de retirarse pues tenía que contarse con que causara baja técnica. Y de este modo el Leutnant regresó a la primera línea montado sobre el carro de combate y la mayor parte de sus hombres detrás de él andando. Yo me encontraba con mis dos carros de combate en la localidad, que entretanto había vuelto a ser ocupada por el enemigo. El cañón, que no había sido enganchado a ningún carro de combate, fué alcanzado por un nuevo impacto. En el transcurso de esta operación en el pueblo, al querer entregar granadas de mano a algunos soldados de infantería, estos nos explicaron que no sabían utilizar este tipo de cosas. El cañón no había sido enganchado a un carro de combate porque la infantería tenía miedo que la granada ya cargada explotase en el tubo. Siguiendo mis instrucciones la infantería disparó la granada contra los rusos. Al ver a su jefe retirarse sobre el carro de combate ya no hubo forma de que la infantería enganchara el cañón al carro de combate.
Al tratar de separarse del enemigo la infantería sufrió muchas bajas provocadas por las masas de rusos asaltantes. La infantería huyó sin importarle sus camaradas heridos. Yo con mis carros de combate seguí a la infantería y les ofrecí protección de fuego. En la colina 203 se encontraba todavía uno de mis carros de combate, apenas operativo debido a una avería en los carburadores, al que ordené sumarse a la protección de la retirada. Yo me dirigí al Leutnant con el objetivo de animarle a realizar un contragolpe para recuperar a los heridos. Al ver que ya no tenía a sus hombres bajo control, le reclamé que se dirigiera a su comandante y le informara que con este tipo de soldados yo no volvería a trabajar y que eran inservibles para colaborar con carros de combate. Posteriormente regresé con mis dos carros de combate que todavía se encontraban en la colina 203. Por radio escuché la petición de socorro del carro de combate del Feldwebel Haubold, que se había estancado en la profunda nieve en la carretera y se veía seriamente amenazado por los rusos. A pesar de sufrir espontaneamente problemas en los carburadores de mi carro de combate, me puse en marcha y me aproximé hasta el carro de combate del Feldwebel Haubold. Disparé contra un grupo de aproximadamente 200 rusos que rodeaban el carro de combate del Feldwebel. Tras haber disparado toda mi munición y haber acabado con aproximadamente 50 rusos (les disparé incluso con munición perforante) tuve que retroceder. El Feldwebel Haubold con su tripulación abandonó el carro de combate pero les perdí de vista en medio de las masas de soldados rusos, de modo que tiene que contarse con la muerte de toda la tripulación. El Feldwebel Haubold era uno de los mejores comandantes del Pz.Rgt.3 y portador de la Cruz de Hierro de I. y de II. clase. Yo y el resto de carros de combate logramos en el último momento alcanzar la primera línea. En el camino hasta ahí logré todavía recuperar algunos heridos en mi carro de combate y así salvarles la vida. Una vez alcanzada la primera línea solicité al comandante del I./Inf.Rgt.39 la realización de un contragolpe con el objetivo de recuperar el carro de combate, su tripulación, los heridos y caídos del Inf.Rgt.39. Mi propuesta fué denegada con la argumentación que las fuerzas disponibles eran insuficientes. Con los apenas operativos carros de combate y tras haberme abastecido la infantería con munición de ametralladora logramos rechazar el posterior contraataque enemigo.
El contraataque ruso fué frenado por nuestro fuego concentrado. El enemigo abandonó frente a nuestras líneas 46 muertos y una ametralladora pesada. Las operaciones de mi compañía se extendieron desde las 7:30 horas de la mañana hasta las 15:30 horas de la tarde. Posteriormente informé al comandante del I./Inf.Rgt.39 y del Inf.Rgt.39 que los 4 carros de combate que habían logrado arrastrarse a duras penas hasta la primera línea ya no se encontraban operativos.
Además de impactos de cañones anticarro pude constatar los siguientes daños:
Debido a la sobrecarga provocada por la profunda nieve todos los embragues habían resultado gravemente dañados, de modo que los vehículos unicamente podían circular a muy bajas revoluciones en segunda marcha. Debido al gran frío constantes problemas en los carburadores, de modo que los carros de combate aproximadamente cada 200 metros se paraban (teniendo entonces que desmontarse el carburador para limpiar el agua de condensación). Debido a la extremadamente profunda nieve, ahora en todos los lugares más de 50 cm, los carros de combate se estancan con facilidad y son presa fácil para los rusos. La profunda nieve provoca además averías en el sistema de rodadura: debido a la excesiva sobrecarga avería de los cojinetes de las ruedas; debido a la avería de los cojinetes los brazos oscilantes resultan dañados.
Actualmente todos los carros de combate de la compañía sufren los daños anteriormente descritos. Incluso si los recambios son transpotados por avión la reparación de los vehículos durará varios días.
Al circular constantemente en la segunda marcha así como a la pérdida de líquido de refrigeración (daño de las juntas debido al frío) los motores son sobrecargados de tal manera que debe contarse con prontas averías. Debe además tenerse en cuenta que todos los motores ya han recorrido 3.000 Km y que desde el 02.10.41 no hemos realizado ningún cambio de aceite, es decir, ¡los motores funcionan todavía con aceite de verano!
He informado sobre todos estos puntos al Ar.Kdo.122, al que me encuentro actualmente subordinado. Por estos motivos y el ejemplo del día 10.01.41 he rechazado asumir la responsabilidad de mis carros de combate en próximas operaciones. Esto es válido tambien para operaciones sobre carreteras, pues ha quedado constatado que los rusos no limpian sus carreteras de nieve porque atacan siempre con partes remolcadas a caballo y con esquíes.
Firmado: Veiel, Oberleutnant y Jefe de Compañía